El director Javier DeLaTorre trabajó en diversas ocasiones con otra de sus musas, esta vez con Geli Albaladejo. Experiencia que lo engrandecería como ser humano y como artista, encontrando en sus maneras toda una lección de interpretación. Un estilo orgánico y salvaje que les haría oscilar entre el éxtasis y el caos. Entre sus hallazgos más conseguidos, se encuentra este monólogo feroz en el que una burguesa como dios manda rompía tabúes y falsas morales con la brutalidad que solo Geli sabía humanizar. Va por ella. Y además una gran amiga. Representada tanto en el espacio teatral Microteatro Por Dinero como en la librería especializada en cine, Ocho y medio, dentro de un ciclo que María Silveyro dedicaría a la lucha de la mujer. Irrepetible.